¡Aaaah! La vida en el
campo, tranquila y taciturna paz, deliberadamente predispuesta por acuerdos y
papeluchos que escapan a tu comprensión. Y es que los papeles son asuntos de
otro ¿No? En tu oficio no se suelen manejar, sea como sea, y si hubieras de
haber intervenido en dichos acuerdos, ya te habrían molestado, ningún hijo de
vecino te dejaría si no cumplieras con lo tuyo, al fin y al cabo, esta paz es mantenida
artificialmente en tiempos de guerra, y esto es un pueblo, la señora de en
frente te escupiría si pusieras en peligro a sus nietos.
No sabes que reino
batalla por allá, con no sé qué otras bestias que deambulan semidesnudas por
otro lado, es un continente pequeño, siempre ha estado revuelto y mancillado
por trifulcas de bar a grande o pequeña escala, concretamente, no lo recuerdas
bien, pero te parece recordar que esta misma se ha iniciado debido a que el rey
de un reino, frecuentaba la alcoba de la esposa del vecino ¡Ni que pudiera
quejarse el muy maldito! Si algo bueno tiene este mundo que nos ha sido dado
donde existen hombres bestia fruto de relaciones entre humanos e hijos directos
de los dioses menores, es decir, semianimales; es que a nadie le importa si te
acuestas con un hombre o una mujer, ya no hay escándalos, el celibato y la beatería
están tachados de nuestros libros populares, solo un país de cuyo nombre no te
acuerdas, sigue en sus líneas. La cosa es que este rey, hacía mucho que no
visitaba el camastro de su mujer, porque visitaba el de un joven señor de su
corte ¿Qué más dará que otro misericordioso señor se encargue de tu esposa? No logras
entender ni como ha llegado al punto de tener una esposa, imaginas que será de
ese país tan bobalicón y religioso.
Mientras cabilas en tú
cabeza toda esta cadena de pensamientos, notas como los músculos de tu cara se
tensan en una sonrisa irónica y cansada. Menuda época la que te ha tocado
vivir, quien no roba, o viola, mata, los gobiernos son más corruptos que ayer,
pero menos que mañana, todo evoluciona al día, pero nadie se entera de nada,
tampoco es como si le pudiéramos pedir mucho a un sistema de mensajería a
caballo. Y todo esto a la sazón de abusos de poder de guardias en las calles de
las ciudades, la verdad es que lo menos preocupante debería ser si uno se ha
acostado con otro, pero tú eres un vulgar aldeano, de una vulgar aldea, en un
vulgar bosque, bajo la protección de un vulgar señor, de un vulgar reino
anexionado a otro, al fin y al cabo, también vulgar reino, y por tanto, aunque
te quejaras, no llegarías a ningún lado, y ya has aprendido a meramente existir,
más que vivir.
Esta misma mañana,
mientras ibas hacia la casa de un buen amigo tuyo y de tu pareja, volviendo del
paso del bosque, has encontrado un diario desgastado, abandonado y abierto, a
la orilla de donde tu te sueles internar entre los árboles, y por el cual, el
tiempo había pasado dejando huellas muy marcadas. A tu parecer, quien fuera su
dueño, lo dejó caer sin querer, justo antes de llegar al que podía ser su
destino de comercios, ya que no todo el mundo sabe escribir, o quizás podía ser
su salvaguardia, ya que has escuchado historias terribles sobre este bosque, y lo
peor es que las peores fechorías en ellas, no las realizaban las fieras…
De cualquier modo, te
encuentras en una de las pocas tardes al año en que te das de descanso para tus
ya suficientemente cansados hombros. Es una cálida tarde, en pleno crecimiento
de toda la flora de la zona, escuchas chisporroteos, risas y salpicones en la
orilla del rio, los niños juegan plácidamente, y tú, mientras te acercas al
porche de tu casa compartida, empiezas a escuchar el graznido de los pájaros
que anidan bajo la ventana de la familia Hollín. Puede que una lectura amenice
tu tarde, ya has trabajado suficiente durante la semana, tu pareja, Yumeko, se
basta con los niños de los Hollín, aunque más bien, parece que se lo está
pasando mejor que ellos; es una pena que aún no hayáis podido tener los
vuestros propios, le habría hecho tan feliz… Si al menos hubierais conocido a
sus padres, podríais haber investigado el porqué de no conseguirlo, Alenoia es
un reino de sabiduría, y además, vuestro poblado limita con los territorios de
la Orden, seguro que habríais encontrado una solución…
Pero una vez más, tampoco
sirve de mucho preocuparse, una cosa está clara, y es que mientras sea feliz,
no vale la pena seguir indagando y preocupándose, así que de momento es mejor
limitarse a leer por hoy, ya que mañana te tocará ir a trabajar; otro duro día
cargado de arduas tareas, en la casa todos apoyáis con vuestro sudor, sangre y
dinero, sois tres familias y aun así, hay que tener cuidado de reservarse para
el invierno. Será mejor no pensar en nada de ello.
Observas el diario,
acaricias la cubierta, y pasas una mano por su lomo, algunas partes están
desgastadas, pero no parece que haya sido a conciencia, quiebras sin querer,
una de las esquinas, y te das cuenta de que podrías estar delante de un
documento muy antiguo, lo mejor sería tratarlo responsablemente, y con
delicadeza, ya lo llevarás al archivo de la ciudad más cercana cuando puedas,
tú no sabes mucho de esas cosas, no llegas a tener dudas, porque no sabes ni
por donde podrías empezar a responder este misterio, eres incapaz de saber la
edad de las cosas con una mirada, apenas has visto unos cuantos libros en tu
vida, los suficientes como para que te enseñaran a leer a duras penas. Pero
ahora mismo, la curiosidad te atrae como si te hubieran lanzado un arpón lyrano
y fuertes elfos, sacados de las antiguas leyendas, hechos del papel del diario,
tiraran de ti, así que te limitas a comenzar y dejarte llevar, cuando se miran
con simpleza las cosas, no hay maldad ni incertidumbre, simplemente no sabes lo
que haces, tampoco tendrá mucha importancia, no es como si leyera un secreto de
estado, te dices.
Día 1
Hoy, hemos comenzado el
viaje, desde Eldalast, hemos pasado algunos días en un pueblo pequeño, cerca de
un bosque, preparando víveres y alforjas. Buscamos llegar hasta las capitales
del reino de Alenoia, Piro y Equo.
El viaje supone recorrer
media mesa para llegar desde la capital de uno de los países más importantes,
la republica de Portesque, hasta la capital del altivo reino de Redrast, por
tanto se me ha encargado que tome apuntes de todo lo que durante el trayecto
suceda en un diario personal, es curiosa esta costumbre típica de nuestro
reino, lo hacemos en honor a nuestro fundador, quien fue un ``practicante del
conocer, una llave hacia el algo’’ como decía él mismo, pero sinceramente no
veo donde está aquí el cultivo de los saberes mayores, no practico más que el
falso don de opinar, y para desgracia de todos, este está demasiado repartido.
Siendo hombre de hablar, pero aún más, hombre de escribir y leer, soy protector
de escrituras aparte de por la orden de mi familia, por vocación, aunque
verdaderamente, daría igual lo que yo fuera porque habría debido serlo
igualmente. Mejor dejo de blasfemar, no quiero comprobar donde está el límite
de la libertad de opinión en mi país, luego borraré esto. O quizás cuando
llegue. Demasiado trabajo y solo acabamos de empezar, más me vale ganar muchas
veces esta noche a las cartas de Fost, acompañadas de buen vino especiado, para
alegrarme.
Me acompañan cuatro
hombres portasquianos, Dédalo, Efimeteo, Rélato, siendo estos dos escribanos y
un protector de escrituras como yo, respectivamente, y aparte está el joven
Eldest, aunque este último de portasquiano tiene poco, no lleva las túnicas
propias del país, se limita a observar mientras dialogamos el resto sobre temas
de interés, como el hombre y la vida, parece una esponja salida del bosque por
sus vestiduras, aunque siempre dispuesto a ayudar; sinceramente creo que confía
poco de sí mismo, me ha generado simpatía aunque no sé su historia, podría
aprovechar el viaje para ayudarle y darle confianza en el don del saber que
habita en su alma, sin el dialogo nunca lo desarrollará.
Te fijas en que esta parte que parece
estar escrita en un aparte muy marcado, marginado, como un susurro tímido al
lector, entre risas de jovencitas, dejando constancia así, de no estar escrita
al mismo tiempo.
Nota para mí: A partir de
mañana solo beberán cerveza, casi gastan todo mi vino. No volveré a jugar a las
cartas de Fost esas nunca más…
Día 3
Ayer no escribí ya que me
entretuve al anochecer dialogando con Efimeteo, que era el único que no bebía
ni jugaba a esa creación de La noche; aunque tampoco ocurrió nada durante la
travesía. Sinceramente, no sé exactamente que debo de escribir, no sé qué cosas
son relevantes para los que me han ordenado esta tarea, pero ya que soy un gran
amante de las letras y la caña, aprovecharé para describir todo lo que se ponga
a mi alcance, estamos hablando de un viaje que en el mejor de los casos durará
hasta la próxima crecida del gran lago.
El camino de estos días
no ha cambiado, sigue siendo el mismo paisaje de viñedos y olivares de mi
tierra natal, aunque llevo demasiado tiempo viviendo en la capital y ya había
olvidado toda edificación que no tuviera columnas.
El joven sigue con el
alma aletargada, mañana intentaré pasar el día conociendo más de él.
Día 4
Hoy han llegado al fin
los refuerzos, o mejor dicho, los fuerzos a secas, poca musculatura sumaban
entre Dédalo y Rélato, que estaban ya mayores, y aunque Efimeteo y yo
hubiéramos entrenado toda la vida en la misma villa en el uso de las armas y la
lucha cuerpo a cuerpo, poco podíamos hacer contra cualquier asaltante, una cosa
es mantener el contenedor del alma sano para que interrumpa lo menos posible
sus tareas, y otra es ser guerrero del ejercito de la república.
Por otra parte está el
joven Eldest, quien ha ido demostrando una impresionante habilidad con el arco.
De vez en cuando, desde la preparación del viaje, días antes de partir, su
corto y greñudo pelo rubio se pierde entre la maleza, y vuelve al rato con
bayas o piezas de animales, él sí que sería de verdadera utilidad en caso de
ataque, aunque por nuestra carga, no esperamos ninguno. Le hemos dicho que
llevamos recursos de sobra para unas semanas y que no es necesaria la caza, el
siempre responde que`` es su modelo de diálogo´´.
El grupo ahora está
formado por ocho personas, se han agregado a la marcha un enorme terraformo
cabra de las tierras Monte, una joven extraña, con el pelo blanco como la
nieve, y unos ojos impasibles de color rojo, también es portasquiana, pero al
parecer habitó durante un tiempo en las tierras inhóspitas, esto sin duda le
habrá otorgado un gran cargo de responsabilidad y respeto por parte de
cualquier soldado. La otra es una chiquilla tímida en apariencia con una mirada
dulce y amable, lo cual no quiere decir inocente, con una gran curiosidad y
voluntad de entender brillando en las motas azules de sus ojos verdes que portan
sabiduría y valentía, y lo observan todo con atención; lleva el pelo corto,
oscuro, negro como la noche sin estrellas, casi a la altura de un muchacho,
aunque la luna es su piel blanca; me he fijado especialmente en ella puesto que
al señor Eldest se le han encendido sus ojos azules como si fueran fuegos en el
laboratorio de un ensayo de químico o alquimista al verla.
Se mueve con elegancia, curioseándolo todo, el
chico parece tener buen gusto, al menos.
La situación, sin duda cómica, se ha dado
cuando ha chocado con Eldest, el chico, que siempre parece medir al milímetro
cada movimiento, no ha permitido que el embelesamiento lo turbara, y ha logrado
recogerla antes de caer, con el sonrojo consecuente de ambos, y las carcajadas,
al ver sus rostros, de todos.
Sus nombres son, Yumeko, para
la chica del pelo blanco y ojos rojos, e Ilfirenae la otra, del hombre cabra no
sabría escribir su nombre, era algo parecido a un mugido, solo he podido
entender puf, y antes que referirnos a él como si fuera el golpe seco de un
saco con el suelo, ha sabido entender nuestras limitaciones con su lengua y nos
ha permitido llamarle, cariñosamente, Capricornio, es más, después de un par de
bebidas parecía gustarle especialmente, aunque los chicos se reían más aún de
nosotros, porque ellos sí que eran capaces de decir su nombre.
Te pierdes un momento en
la lectura y ves como el cielo comienza a tornarse rojo, pasando por tintes
lilas y morados. Los niños ya no juegan, han regresado a casa, y sus madres les
regañan por volver llenos de barro, a
pesar de la simpleza y la felicidad del ambiente, algo te perturba por un
momento la mente, quizás te engañan tus ojos, pero el cielo parece
especialmente oscuro para la hora que es, no hace frio, ni debería hacerlo en
la época que es, así que decides ir por una lumbre, para poder aprovechar aún
más el anochecer. Mientras recoges en la parte de atrás algo de combustible, al
bajar los brazos después de haber rebuscado en una estantería alta de enseres básicos
para la caza y la casa, te cruzas con tu mujer, el ruido sordo que hace su
vestido al tocar la madera torcida del marco de la puerta y las ondulaciones
del mar de noche que es su pelo te pierden un momento. Os miráis y ella te
sonríe con una mirada aduladora, le devuelves la sonrisa y un beso apasionado,
que era lo que te pedía a gritos con su mirada, intentando apelar a tus
sentimientos con una carta escrita en el color verde de sus ojos, acompañándolo
de un abrazo.
Mientras la tienes en tus
brazos, como si tuvieras miedo a que escapara antes de poder preguntarle, le
acaricias el pelo y le hablas.
-Voy a seguir leyendo un
rato ¿Necesitas que te ayude con algo?-
- No te preocupes mi
amor, todavía queda bastante para la cena, hemos vuelto antes para que no
enfermaran los niños, ¿Qué lees?-Te sonríe con curiosidad en los ojos, y
piensas en lo atenta que es con esos niños, y lo buena madre que sería, y por
ello tardas un instante de más en contestarle.
-¡Ah! Perdón, me había atontado
pensando.-Contestas en un suspiro- Es un diario que encontré al regresar del
bosque, no parece contar nada relevante, pero algo de él me atrae enormemente.
Además, una de las chicas que aparecen se llama como tú, solo por eso ya vale
la pena-
-Hum… No es un nombre muy
común fuera de Lyr, y aun así, allí está en desuso, mis padres adoptivos me lo
pusieron porque dicen que cuando me encontraron yo insistía en que me llamaba
así. –Mientras habla se pone a jugar con un mechón de su largo cabello negro
con las dos manos, deja libre la mano más cercana a ti y la apoya sobre tu
pecho. -Bueno, sigue con tu lectura, pero no te quedes leyendo hasta tarde en
el porche, no quiero tampoco que tú te resfríes.
-¿Qué haría yo sin ti?-Acto
seguido Yume hace un gesto levantando los hombros como afirmando que ella
tampoco lo sabe y te besa una vez más, esta vez en la mejilla, con extremada
dulzura, no puedes evitar perderte un poco en sus ojos verdes con motas azules,
finalmente se gira y te fijas en su esbelta figura recortada a la luz que emana
de la casa, la observas con cariño pero no puedes evitar sonreír al ver las
manchas de barro de su vestido azul.
Tardas en acomodarte de
nuevo en la banqueta del porche, cuando coges la posición correcta, estiras las
piernas y observas un momento a la luz de la lumbre lo que te rodea. Las calles
son anchas en el pueblo, debido a la escasa población del lugar, hace tiempo
que comenzó un duro éxodo de los pueblos a las ciudades, el reino de Alenoia
intenta paliar las diferencias priorizando la llegada de nuevas tecnologías al
campo antes que a las ciudades, en la práctica, esto está afectando casi
únicamente a pueblos cercanos a las industrias que producen los artilugios; por
suerte, tu poblado ha conseguido algunas de estas máquinas, sobre todo con
origen en las fábricas de la Orden 43, y aunque por su carácter extremadamente
reservado, solo pueden realizar tareas de mantenimiento miembros de la Orden,
nadie en el pueblo sería capaz de alcanzar los estudios para lograrlo, así que
al menos así estáis alcanzando cierto nivel de mejoría gracias a los técnicos
que llegan para reparar artilugios, y que consumen en vuestra taberna y
vuestras tiendas, aun así, sabes que no es ni mucho menos la mejor de las
vidas, y sabes que el pueblo se desangra poco a poco como un animal herido.
Suenan los insectos en la
noche, se escuchan pisadas muy a lo lejos, y un grupo de pájaros pía, gritando
en desbandada. Retomas la lectura, y aunque tardas en situarte, encuentras por
donde ibas.
Día 7
Han pasado ya unos días,
no tengo ganas de contarlos, preguntare luego para saberlo. Hoy, al llegar a la
cima de una colina, hemos observado por primera vez el gran lago central. Si
pudiéramos ir en línea recta estaríamos a mitad de camino, pero aún nos quedan
dos tercios del trayecto, y quizás sean los más largos, ya que debemos elegir
entre atravesar tierras Redrast, lo que incrementaría la peligrosidad del
camino, o dar un rodeo evitando el país y atravesando solo tierras alenoianas.
De momento quedan al
menos tres o cuatro días hasta atravesar el valle que nos une al gran lago,
desde entonces ya no deberíamos abandonar nunca la visión del agua a menos que
decidamos evitar Redrast.
Los tres jóvenes parecen
haberse hecho muy amigos, así que ya no tendré oportunidad de satisfacer mi
curiosidad por la historia del chico, al fin y al cabo, creo que no era más que
un entretenimiento para mi mente, por tanto, prefiero dedicarme al dialogo
productivo, y dejarlo a él disfrutar de sus congéneres, que nada tendrán que
ver con viejos como yo.
El ruido de la carreta
cargada de pergaminos y tratados políticos de prioridad inferior, ahora se ve
acompañado permanentemente de risas; las de capricornio en especial, que ríe
tan fuerte como un vendaval cuando empieza a beber con el resto de adultos,
nunca vi tal afición por el alcohol, parece un barril con cuernos, puede
aguantarlo todo, aunque con poco empieza a agitar sus pectorales de arriba
abajo en una imponente carcajada.
Ayer, al anochecer,
paramos y acampamos al lado del camino, estuvimos charlando y encendimos un
fuego con la madera que trajeron los muchachos, mientras ellos se iban a hablar
temas que desconozco, le enseñamos al terraformo lo que era el vino caliente
especiado, le gustó tanto que por poco gasta lo poco que llevamos de vino.
Mientras, se escuchaban
risas tímidas de Ilfirenae ante alguna picaresca de Yumeko; Yumeko y Eldest no
dejan de retarse mutuamente, aunque el pobre muchacho siempre pierde, da igual
lo que sea, ya puede ser ver quien pesca más peces con las manos desnudas en un
riachuelo, como quien escala más rápido cierto árbol. Al caer siempre esta
Ilfirenae para recoger al maltrecho Eldest, hacen un grupo curioso, me
recuerdan a mi cuando era joven junto a los que son ahora estos carcamales que
me acompañan, aunque nosotros en realidad éramos bastante menos ¿Cómo decirlo?
¿Violentos? Nuestros juegos eran siempre más refinados, aunque en teoría son lo
mismo. Por supuesto, yo siempre ganaba, no hace falta preguntarle a ninguno de
ellos, seguro que difamarían mi imagen, mintiendo como bellacos y negando esta
obviedad.
Día 15
Hace días que alternamos
entre zonas pantanosas de un hedor insoportable, con horizontes negros llenos
de muerte, y playas de arena intransitable con caminos mal hechos justo en el
lindero entre lo que es fina arena y bosque.
Nos acercamos a la
decisión entre atravesar Redrast o bordearlo y la situación no es la mejor para
tomar una decisión razonada, nunca hemos nombrado ni tan siquiera
institucionalmente, un líder del grupo, somos cinco adultos, incluyendo al
terraformo, pero si lo incluimos en una votación surgiría cierta controversia,
la gente de este mundo tiene la mala costumbre de adorar a unos dioses que no
existen siquiera, no son más que cuatro varas de piedras y distintos materiales
que sostienen el mundo, pero como todo el mundo sabe, estos dioses no responden
más que a la idea de un creador o creadores, del caos nacieron los primeros
hijos, y de estos, los dioses principales, que habitan el monte desconocido,
por eso , en alguna parte del otro mundo, que se superpone a este, y está
formado por ideas incorruptibles, está la prueba de los dioses verdaderos; en
consecuencia, consultar la opinión de un ser sin civilización ni dioses validos
es un tanto absurda para muchos.
Por otra parte,
Capricornio forma parte de esta compañía tanto como cualquiera de los otros, y
por tanto debería de poder elegir, de la decisión que tomemos depende también
su futuro y el de los muchachos.
Día 16
Hoy ha habido una fuerte
discusión en cuanto a qué camino tomar, quedan unos tres días para llegar a la
frontera con Redrast pero se ha decidido que la bordearemos, el camino es
igualmente peligroso, pero la idea de no atravesar tierras infestadas de
pérfidos piratas, asaltadores de cualquiera que les permita acercarse con su
dinero a su emperador, es alentadora.
Al final, el propio
Capricornio, consciente de la controversia que planteaba, sobre todo para los
más ancianos y conservadores, el hecho de que él tomara parte en la decisión,
se ha abstenido de la votación. Es un gran hombre, independientemente de su
cultura o religión, hemos estado hablando y le he comunicado mi deseo de
ampliar mis fronteras y conocer a su gente, si es posible, al regresar,
nosotros continuaremos hasta el territorio de su familia y me enseñaran sus
costumbres, será una gran oportunidad, y si la gente de aquella zona es un
mínimo de parecida a él, ganare mucho con el viaje.
Por otro lado, los chicos
siguen a lo suyo, ajenos de toda esta situación.
Día 20
Hoy es el primer día que
hemos comenzado a bordear las tierras de Redrast, las señales de la frontera no
son muy claras, y a los lados del camino queda un bosque de matorrales secos,
en el que fácilmente nos podríamos adentrar por senderos formados por el paso
de los animales, por tanto, para evitar siquiera la posibilidad de adentrarnos
en dicho país, vamos a tomar el camino que pasa por el siguiente pueblo en vez
de pasarlo de largo, de este modo también podremos descansar un día o dos.
Eldest ha comenzado a
mostrar cierto interés por lo que escribo, según él, observa desde que
comenzamos, pero hoy, mientras las chicas se aseaban en un riachuelo, se
aburría sin ellas, y ha decidido preguntarme. Le he enseñado más o menos lo que
escribo y me ha dicho que se parece a lo que su padre le enseñaba, y a lo que
tenía que leer para la escuela, allí en Portesque y, sobre todo, en Eldalast,
ningún niño queda sin ser educado. Pero algo me ha sorprendido de este niño, a
pesar de haber vivido escasas diecisiete crecidas del gran lago, no termina de
encajar con lo que se espera de alguien de su edad, ciertamente, los tres
parecen más maduros, como más adultos que alguien de su edad, incluso más que
alguno de la mía, pero lo extraño es que solo entre ellos se comprenden, se
pasan el día haciendo su versión del dialogo, se enseñan y argumentan sobre
temas estén a favor o en contra, dice que debaten, pero hacen más que eso, da
la sensación de que es más bien como si fueran pequeños profesores o filósofos.
Asegura que la vida así
es horrible porque nunca había encontrado nadie con tanta curiosidad e
inquietudes como él, no sé cómo funcionan los chicos como él, no sabría decir
siquiera si son especiales, puesto que podría ser yo el extraño, pero si llevan
siendo así desde los siete años, recuerdo como era yo con esa edad, y coincido
en que gente como el debería de sentirse apartada o rechazada ante la actitud
de los niños de esa edad, lo raro siempre se rechaza, y tengo la sensación de
que no me ha contado ni la mitad. Lo peor es que no dice que sea desde los
siete, sino desde toda la vida, dice que tienen ciertas capacidades en el
aprendizaje que le hacen el comprender mucho más sencillo, sabe cosas que no
sabía que sabía, etc. No sé qué sería de un chico así si poseyera una gran
biblioteca desde joven.
Ha conseguido reavivar la
curiosidad que tenía por él, no puedo saber qué hablarían las chicas mientras
nosotros conversábamos, pero si él es así, a lo mejor ellas no hablan de cosas
banales ni tienen conversaciones estereotipadas, versiones deformadas de lo que
es una chica usual construidas por la imagen impuesta de la sociedad, hablando
de cosas como el chico que le gusta a una, e ir a las aguas termales para
arreglarse para él, o cuantos vestidos comprar, quizás hablan sobre el origen
del hombre, el sentido de la vida, y desean explorar tierras lejanas, eso
explicaría su presencia en esta compañía. Me es grato pensar que sea así,
pensar que en nuestro país que se consume en banalidades, y la costumbre, haya
gente que tenga cerebro.
Sinceramente no pretendo
saber cómo funcionan sus almas, quizás ahora piense que no estaban tan ajenos a
todo, puede que si supieran lo que ocurría con Capricornio; de cualquier
manera, he decidido dejarle a Eldest el diario mientras estemos en el pueblo,
para fomentar su creatividad.
A partir de aquí notas
como los trazos se hacen más gruesos, como si estuvieran escritos a todo correr
y sin ninguna superficie fija en la que apoyarse, quizás una pierna, una pared…
Al fijarte, notas como las palabras que continúan, no tienen gran parecido a
las anteriores, están escritas con el entusiasmo de los jóvenes, o la ansiedad más
bien, lo notas en las expresiones y en que alarga la cola de las vocales al
final de cada palabra, como si llegara sin aliento a la siguiente, hay partes
en las que se deforma totalmente y se inclinan las líneas en pendientes
pronunciadas.
Día 22
Hemos llegado al pueblo,
Filotes prometió dejarme escribir a mí y me sugirió que lo hiciera en un tono
más personal, al fin y al cabo dice que esto no lo va a leer nadie más que él,
así que a ello me dispongo.
No manejo mucho esto,
ojala escribir fuera un arco, mi padre me enseñó que un sabio que no se
comunica, no puede ser sabio, y para poder comunicarse, lo fundamental es saber
escribir. Aunque claro, para él, esto es fácil, él era orador desde muy joven,
y por desgracia, yo no heredé esta cualidad. Sin embargo, lo que si heredé fue
el carácter de mi madre, soñador, creativo, curioso, y por tanto, problemático;
el único sitio en el que me sentía a gusto era el bosque, él no me juzgaba, me
enseñaba y me educaba, yo sabía ver lo que los animales me querían decir, y por
ello pude hacerme amigos, quizás los únicos que había tenido hasta ahora.
No soy la clase de loco
que tenga conversaciones con un ciervo y le grita a un arce, me refiero a que
entiendo sus sentimientos, puedo percibir sus auras emocionales, es una clase
de comunicación distinta, ellos saben lo que quiero y yo sé lo que quieren
ellos, saben que no cazo por deporte, sino por necesidad, y si sé de un animal
especialmente enfermo o débil, lo priorizo como objetivo, lo entiendo como una
actitud compasiva, aunque siempre puede ser que me equivoque.
He buscado durante mucho
tiempo, pero no he encontrado una respuesta a mi afección, desde pequeño fue
como una enfermedad que me separaba de los demás niños.
Una vez vino un erudito,
le pregunte directamente sobre lo que me pasaba, él se rió diciendo que era muy
valiente ignorando todos los consejos y todos los prejuicios que se tienen de
los eruditos para ir a preguntarle, así que, en compensación, me explicó, que
podía ser que yo fuese descendiente de un alma tocada directamente por la
dadora de almas, el alce blanco de las leyendas que media tanto como una taza a
veces, y otras como un palacio, pero que siempre era bondadoso y que otorgaba
dones a las almas de los elegidos.
Así que aquí estoy,
delante de la puerta de la habitación de las chicas, de la posada en el que nos
hospedamos, esperando a que salgan, con ansias, ya que, por una vez, siento que
he encontrado personas con las que me puedo sentir a gusto y completo.
Hemos hablado varias
veces sobre lo que pasará después del viaje, apenas llevamos unos días juntos,
pero no tengo miedo a equivocarme al decir que ellas se sienten igual que yo,
lo puedo ver en sus ojos. A veces Yume nos cuenta historias de sus viajes y nos
hiela la sangre con la crudeza de sus aventuras, ella misma confiesa que nunca
había sonreído ni mucho menos reído, y sin embargo, ahora, hay veces que le
cuesta parar e Ilfi y yo nos tiramos encima de ella hasta que se detiene.
Se supone que son parte
del grupo de guardaespaldas que vigila esta expedición, pero sinceramente, no
parecen ser capaces de matar a una mosca cuando estamos juntos. Yume por su
parte es fuerte, alta, tiene el pelo corto y blanco como la nieve, parece una
nevada, y cuando se mueve rápido como solo ella sabe, una ventisca, dicen que
se lo cortan para que sea más difícil que las agarren en combate, lleva siempre
una pequeña armadura de piel que solo le cubre el abdomen, y por debajo lleva
camisas de diversos colores, aunque sus favoritas suelen ser blancas o rojas, a
juego con su pelo y sus ojos, también tienen un único par de botas, no tendría
sentido llevar más equipaje al camino, botas altas con tacón muy bajo casi
inexistente, pero lo suficiente como para dejarme un moratón el otro día al
pegarme una patada, y un pantalón de montar, negro. Dice que la gente suele
tener miedo de sus ojos, pero yo no, no sé qué tienen de terroríficos, a mí me
parecen bonitos, y creo que van muy bien siempre que estén felices.
Ilfi sin embargo, si no
fuera por su indumentaria parecida a la de Yume, y no llevara siempre atrás el
carcaj con las flechas, estoy seguro de que no habría engañado a nadie a la
hora de decir que quería trabajar de guardaespaldas, aunque lo cierto es que
ella misma me confesó que no quería trabajar de esto, simplemente entró porque
le daban comida y cama mientras entrenaba, es toda determinación e instinto de
superación, y lo necesitaba puesto que no tiene padres que la cuiden alli.
De vez en cuando se pone
un vestido blanco como el mármol que cubre las bellas calles del centro de
Eldalast, con mucho vuelo, como si fuera un camisón de dormir, esas veces es en
las que está más guapa, más que nada porque empieza a bailar dando vueltas,
parece una lluvia de estrellas, se deja los pies descalzos y los brazos los
levanta en cruz, y baila hasta que se marea y se deja caer sobre la hierba del
camino, o en su defecto, personas, una vez tuve que hacer yo de parachoques,
aunque si soy sincero, no me importó en absoluto. Verla bailar a la luz de la
luna y con el gran lago de fondo, es uno de los mayores espectáculos que he
visto nunca, y que nunca olvidare, aunque sinceramente, no he asistido a muchos,
mi familia no era excesivamente pudiente. Camina con elegancia y con el pecho
bien alto cuando lleva la armadura porque dice que no quiere que nadie
cuestione su fuerza, pero si alguien la cuestionara, sé de sobra que es lo
suficientemente rápida y ágil como para dispararle una flecha y darle en la
lengua, para que deje de decir estupideces. Cuando nos internamos en el bosque
los tres, le gusta ir recogiendo pequeñas flores blancas, yo le cojo alguna y
se la intento poner en el flequillo, pero al tener el pelo tan corto, duran
poco. Yume se burla de mí a menudo y se ríe, yo no entiendo muy bien ni el
porqué ni cómo funcionan sus burlas, realmente no las entiendo, y de veras que
lo intento, pero simplemente no puedo, supongo que como decía mi padre, no
podemos entender a las mujeres.
Bueno creo que ya salen,
mañana volveré a escribir aquí supongo, eso espero al menos, no creo que nos
pase nada, vamos a salir a pasear por la ciudad a disfrutar del tiempo libre.
Al llegar a esta parte ves cómo quedan escasas
páginas, si no te sale mal la cuenta, el viaje debería llevarles al menos unos
cincuenta días, descansos incluidos, eres malo con los números, pero esperas
que no tanto como para que de una simple cuenta te sobren veinte días. Temiendo
lo peor para el destino de esta tropa de aventureros, pasas la página con
delicadeza, más de la que habías tenido al ser consciente de la antigüedad del
texto, es como si no quisieras pasar, pero a la vez sí, lentamente, muy
lentamente, consigues asomar un ojo a lo que queda.
De inmediato, te golpea
la suciedad del escrito frente a la pulcritud anterior, en todo momento, para
ser algo abandonado en un bosque, había mantenido los renglones sin torcerse,
sin alteración alguna salvo las evidentes entre las formas de escribir y la
caligrafía del muchacho y el protector de escrituras.
Día… No sé qué día es
hoy. Creo que coincidiría con el que sería nuestro vigesimoquinto día de
travesía, o puede que el vigesimosexto, no lo sé, no… No sería capaz de
asegurarlo
Llevamos todo ese tiempo
escondidos en el bosque.
Ilfirenae, Yume y yo, nos
turnamos las guardias de a dos, uno suele descansar apoyado en el regazo de
otro, para que este pueda avisarle rápidamente si ocurre algo, mientras otro
vigila desde un árbol retorcido sobre el que nos apoyamos.
Han pasado horas, creo,
desde que escribí por última vez, lo necesito para no pensar más en eso, esos
ojos… Si no llega a ser porque Ilfirenae no ha dudado en matar a ninguno de
ellos…. Yo no podría
Ella es más
fuerte
Antes aproveché una
guardia, pero no estoy muy seguro de seguir con esto… No, yo, simplemente, yo
no sé qué hacer.
No quiero que ninguna de
ellas muera. No lo permitiré. Ellas también no…
Pufund’hu acaba de
llegar, está mal herido y delirando, ya han pasado tres guardias desde que no
escribo, espero que alguien nos ayude a seguir, tengo hambre, no me concentro
bien…
El hombre cabra ya no responde
a su nombre, solo repite el mote que le pusieron los portasquianos… Creo que ha
ocurrido algo malo con ellos, soy lo suficientemente inteligente como para
saber que no debería ir a buscarlos, pero… Filotes era bueno conmigo, jugábamos
a las cartas de Fost con Rélato hace horas, o días, no sé cuánto tiempo ya,
parece toda una eternidad.
El otro día intente leer
por curiosidad los documentos que llevábamos, Efimeteo y Rélato me dejaron,
incluso me ayudaron, les pareció divertido, estoy seguro de que no había nada
por lo que asaltar la aldea e ir a por el carro. No sé qué les ha hecho venir a
por nosotros, no estoy seguro de nada ya.
Las palabras se me
empiezan a hacer raras en la mente, se mezclan, aparece una de vez en cuando,
escrita en un pergamino, me suena que la leí el otro día, pero siento que es
más antigua, que está en mi…
Desde hace más tiempo,
que mi primera crecida, mucho antes de vivir…
Ella, La Noche se acerca
y tejerá su tela…
Será mejor que haga caso
a Ilfi y descanse junto a ella, no sé ni lo que escribo, seguro que cuando
despierte hasta Pufund’hu, o Capricornio, o como quiera llamarse ahora, esta
mejor, todos nos iremos de aquí, confío en Yume y en Ilfi, espero no
defraudarles…
Miras lo que has leído,
te quedas sentado un rato, meditando, sabes perfectamente quien es Ella, para
algunos es la madre, para otros la muerte, prefieres no pensar, simplemente
cierras el libro, es tan sencillo como eso, seguro que es la ficción salida de
un alma perturbada, ahora mismo ni siquiera crees que sea un diario…
Al cerrarlo, no te convence
su aspecto, queda demasiado hueco, está vacío, lo que resulta irónico, pues ha
llenado tu tarde. Te das cuenta de que faltan hojas, como si hubieran sido
arrancadas, no te habías dado cuenta al estar tan sucio, el barro y la tierra
se cuelan entre los jirones y los huecos, por eso parecía estar bien, pero al
cerrarlo, ves que estaba pensado casi para el triple de páginas; puedes ver
ahora, al fijar un poco la vista, unos pequeños flecos que asoman de entre el
cuero, como si fueran pequeñas arrugas que marcan el rostro del tiempo, aunque
más se podría pensar que son las tierras del viejo granjero Maggot en
miniatura, ya que ahora te ves obligado a arrancar algunas hiervas del arado
que son ahora las hojas, para poder ver mejor su estado.
Faltan algunas del principio, eso daría
respuesta a una de las incógnitas que tenías desde el principio, no resultaba
lógico comenzar un diario si no ibas a poner fechas, más que nada porque si en
un principio, era obligatorio por oficio, resultaría inútil que no aportara la
información más básica, como la fecha de partida, la de llegada, inventario de
la carga o los víveres, pero al parecer, debido a la ahora aparente pereza del
portador, puede que escribiera solo una vez la fecha y contara a partir de ahí.
Te acaricias la barbilla, decides investigar un poco más antes de abandonar el
libro, te da pena dejar a los personajes atrás, y lo mínimo es buscar una
fecha.
Mientras buscas, se
suelta lo que creías que era la parte interior de la tapa de atrás, una hoja
anciana cae suavemente, llevada por el soplido del ala de una mariposa, hasta
posarse en tu mano.
Te dispones a leer lo que
pone, pero al posar tu vista necesitas leerlo dos veces, notas como todo
oscurece, empieza a hacer frio a pesar de haber hecho una buena tarde, no es
típico de esta época, pero lo que acabas de leer, es aún más extraño que una
simple brisa nocturna. En la hoja rezan nada más que unas pocas palabras, que
dicen así:
Hoy, hemos llegado al
fin, a nuestro destino. Ilfi y yo hemos consultado a una señora, hoy es el
cuarto día del sexto mes del año doce después de los cien mil, por tanto hemos
tardado 175 días y 6 años desde que salimos, puede que nos hayamos retrasado un
poco, pero cumplimos, yo creo que nos perdonarán.
Todo fue por ellos…
Por una parte te alegra
que llegaran a salvo, pero sabes que eso es imposible, sabes que debe ser una
broma pesada, es una pena que todo fuera mentira, de verdad que habías
empatizado con la vida de estas personas, pero eso era al pensar que existían,
ahora estas convencido de que no, más que nada porque si existieran habrían
escrito las fechas mal, ya que a ese día le queda todavía un mes para llegar.
Lo compruebas varias veces, pero estas seguro, ese día es el cumpleaños de tu
mujer, no podrías olvidarlo…
El ruido de las pisadas,
otrora lejanas, te rodea, no te habías percatado, pero hace unos instantes que
los niños no ríen, ni los pájaros pian, ni los insectos hacen ruido, todo ha
sido tapado por una tormenta de metal y tela enmugrecida, levantas la vista y
ves un soldado acercarse, parece que te hayan estado buscando, intentas gritar
unas palabras, pero el golpe sordo del pomo de la espada te detiene, te sumes
en un mar de dolor, tendido tu cuerpo en el suelo del porche
-¡No se mueva, queremos a
la ciudadana Yumeko y el diario! Tenemos que hablar de lo que va a
hacer.-Acerca el filo de su espada a tu garganta y muge por última vez.-Es una
orden.-No puedes parar de fijarte en sus retorcidos cuernos de cabra mientras
pierdes la consciencia.